Las Trementinaires

El oficio de trementinaire fue una actividad exclusiva de la valle de La Vansa y Tuixent, en la comarca del Alt Urgell, que se desarrolló durante los siglos XIX y XX.

Ejercida mayoritariamente por mujeres, tenía como objetivo complementar la economía doméstica de la familia y aportar liquidez en forma de dinero en un contexto en el que los intercambios monetarios eran escasos. El comercio permitió a las trementinaires disponer de moneda para el pago de deudas, redención de préstamos, pagos por reducción del servicio militar o dotes de los “caballeros” (hermanos o hermanas del heredero o la heredera).

Las trementinaires solían pertenecer a las familias más pobres del valle, ya que las clases más acomodadas no necesitaban enviar fuera a sus mujeres.

Las trementinarias se dedicaban, en sus palabras, a «ir por el mundo». Se desplazaban por Cataluña siguiendo unos itinerarios prefijados con el fin de vender la trementina, hierbas medicinales y otros productos de montaña.

Venien tiene de roca, corona de rey, escabiosas, serpoleto, oreja de oso, milifulla, setas secas, aceite de abeto y de enebro. La trementina era su principal producto y el que las dio nombre. La venían por desinfectar heridas de personas y animales. Se trata de una sustancia que se extrae de la resina de los pinos, y el ungüento se fabrica añadiendo pegamento griego y aceite de oliva. Pese a su prestigio, rodeado de misterio, las trementinaires no salían de casa con el producto hecho: compraban parte de los ingredientes en las droguerías a lo largo de su viaje y preparaban la trementina in situ, con lo que se ahorraban cargar la pomada durante todo el trayecto.

La mercancía la guardaban en bolsas de tela fáciles de cargar durante el viaje. Las bolsas, grandes como fardos, crearon la figura de la trementinaire, que era reconocida así en todos los lugares por donde pasaba. Otros elementos típicos de su indumentaria eran una pequeña bolsa para la ropa y el dinero, las latas donde llevaban los aceites (de abeto y de enebro, y la trementina), el podallito para cortar hierbas, y una pequeña romana de hierro para pesar los productos.

Los viajes de las trementinaires tenían también como objetivo comprar u obtener objetos y recursos que no eran accesibles en montaña. Como dice el antropólogo Joan Frigolé “ir por el mundo fue una de las estrategias adaptativas de un campesinado de montaña con una economía de autoconsumo en el contexto de una economía mercantilizada”.

Salían del valle generalmente por parejas y viajaban a pie o en transporte público cuando era posible. Generalmente salían dos mujeres, una joven y una mayor, con mayor experiencia. Por lo general eran de la misma familia, hermanas, madre e hija o abuela y nieta. La confianza entre ellas era muy importante ya que la mayor transmitía a la aprendiz no sólo los conocimientos sobre plantas y trementina sino también las artes medicinales, los circuitos de venta y los clientes potenciales.

Durante el trayecto se hospedaban en casas particulares donde se las acogía a cambio de hierbas y remedios.

Sus circuitos incluían las comarcas de los dos Pallars, la Cerdanya, el Urgell, la Anoia, el Bages, Osona, los dos Vallesos, el Barcelonés, la Selva, el Gironés, los dos Empordans y la Garrotxa. Pero también llegaron hasta Arán, el sur de Francia, Tarragona y Aragón.

Solían hacer dos viajes cada año, uno en otoño del que volvían en Navidad, y otro en cuanto habían matado al cerdo, y que duraba hasta la Pascua. El primer viaje de una trementinaire que tenemos documentado fue en 1875. El último lo hizo Sofia Montaner en 1984 .

En diciembre de 1998 se inauguró en Tuixen el Museo de las Trementinarias, un homenaje a estas mujeres valientes y una nueva contribución post mortem a las transformaciones económicas, culturales y sociales de La Vansa.

Sofía Montaner y Arnau (1908-1996) del pueblo de Ossera fue la última trementinaire. Empezó a ir por el mundo con su abuela y después con su madre. También fue a servir a Terrassa. Su padre tenía un rebaño pero le perdió durante la guerra. En 1936 se casó con Miquel Borrell que era del mismo pueblo, hijo de trementinaire. Miquel había ido por el mundo con su madre porque ésta no tenía ninguna hija que le acompañara. Su padre trabajaba en el bosque e iba a segar. Miquel también hizo durante mucho tiempo de segador y leñador.

Sofía Montaner i Arnau (Sofía de Ossera)

Después de la guerra, Sofía fue por el mundo con su suegra, con sus dos hijas mayores separadamente, con chicas alquiladas, con una mujer de su pueblo de la misma edad, y finalmente con su marido, con quien viajó hasta 1982 . Éste es uno de los pocos casos en los que un hombre ejerció el oficio. Sofía realizó su último viaje en 1984, cuando contaba 73 años.

 

El Museo de las Trementinaires

El Museo de las Trementinaires, inaugurado en diciembre de 1998, forma parte de la Ruta de los oficios de ayer, promovida por el Consejo Comarcal del Alt Urgell, y se encuentra situado en la población de Tuixent.

La visita a este museo nos permitirá conocer quiénes eran las trementinaires, qué hierbas y remedios comercializaban y cómo organizaban sus rutas, siempre a pie, desde el valle de la Vansa y Tuixent, hasta las tierras llanas del interior y el litoral de Cataluña.

Si le interesa el mundo de las plantas y en particular las plantas medicinales, también puede disfrutar de un recorrido por el Jardín Urbano de las Trementinaires situado por las calles de Tuixent, o bien a las afueras del pueblo puede visitar el Jardín Botánico de las Trementinaires donde podrá descubrir muchas de las plantas de nuestro entorno y conoces sus propiedades y características.

Para saber más

Si le interesa este tema, le recomendamos este maravilloso libro.

Joan Frigolé Reixach, Mujeres que iban por el Mundo. Estudio etnográfico de las trementinaires del valle de la Vansa y Tuixent, Centro de Promoción de la Cultura Popular y Tradicional Catalana. Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña Barcelona, 2005.

Fuentes:

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