La patología de la tensión arterial alta, conocida como hipertensión, hace referencia a una condición en la que los niveles de presión arterial en el sistema circulatorio son crónicamente elevados. La presión arterial es la fuerza con la que la sangre es bombeada por el corazón y circula a través de los vasos sanguíneos.
Algunas características y factores relacionados con la patología de la tensión arterial alta incluyen:
Presión arterial elevada: Se considera que una persona sufre hipertensión cuando su presión arterial sistólica (la medida durante la contracción del corazón) es igual o superior a 140 mmHg, y/o su presión arterial diastólica (la medida durante la relajación del corazón) es igual o superior a 90 mmHg en diversas lecturas consecutivas.
Factores de riesgo: Existen varios factores que pueden contribuir al desarrollo de la hipertensión, como la edad avanzada, la obesidad, una dieta rica en sal, el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo, el estrés crónico, antecedente familiar de hipertensión y ciertas condiciones de salud como la diabetes, enfermedades renales o problemas cardiovasculares.
Consecuencias para la salud: La hipertensión no controlada puede causar daños en los vasos sanguíneos y en los órganos como el corazón, los riñones, el cerebro y los ojos. Aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares como el ataque al corazón, el ictus, la aterosclerosis y la insuficiencia cardíaca. También puede afectar a la función renal y provocar problemas como la insuficiencia renal.Hipertensión primaria y secundaria: La hipertensión primaria o esencial es la forma más común de hipertensión, sin una causa conocida específica. La hipertensión secundaria se produce como resultado de otra condición subyacente, como trastornos renales, endocrinos o vasculares.
El diagnóstico de la tensión arterial alta se realiza mediante medidas repetidas de la presión arterial con un esfingomanómetro. Se toman en consideración las lecturas en distintas ocasiones para confirmar el diagnóstico de hipertensión crónica.
El tratamiento de la tensión arterial alta suele implicar cambios en el estilo de vida, como por ejemplo seguir una dieta saludable baja en sal, aumentar el ejercicio físico, evitar el tabaco y el alcohol en exceso. En algunos casos, pueden necesitarse medicamentos antihipertensivos para ayudar a controlar los niveles de presión arterial.
Es importante buscar atención médica adecuada si se detectan niveles elevados de presión arterial, puesto que el tratamiento adecuado y un control regular pueden ayudar a prevenir complicaciones y mantener una presión arterial saludable.